Noche estrellada en el ejido X-yatil, Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. Las decisiones comunitarias sobre el uso y manejo del territorio también conservan vastos espacios donde la noche sigue siendo profunda y brillante
Tania de la comunidad X-yatil lidera un emprendimiento ejidal de turismo comunitario con la participación de jóvenes de la comunidad.
Valentín, un joven de X-yatil participa en los trabajos de aprovechamiento forestal de su ejido. También trabaja en la producción de carbón vegetal mediante la transformación de ramas y troncos pequeños que resultan de la extracción de la madera.
La imponente laguna Chichankanab, en el ejido Dziuché, Quintana Roo, es el segundo cuerpo de agua dulce superficial más grande de la península después de la laguna Bacalar. Ejidos han defendido este territorio ante intentos privatizadores. Esta resistencia comunitaria también es una defensa del derecho a relacionarse con el territorio en términos propios.
Cecilia y Guadalupe de la comunidad Dziuché se capacitan en la elaboración de artesanías de madera. Las mujeres campesinas mayas se enfrentan a barreras para participar en la toma de decisiones sobre el territorio y para acceder a la tierra para trabajarla. Solo el 11.4%* de los derechos agrarios en los ejidos en la península de Yucatán son detentados por mujeres. *(Procuraduría Agraria, 2014)
Ejidatario experto en el manejo y aprovechamiento forestal del ejido Dziuché. El monte es más que árboles para las comunidades mayas. El monte es un legado de los ancestros que se tiene que proteger porque es vida, alimento, trabajo y hogar.
El ejido Dziuché realiza acciones de manejo y vigilancia del monte para asegurar su conservación frente a la variedad de amenazas, como los incendios, tala montes, cazadores furtivos e inversionistas que pretenden aprovecharse de los recursos de la comunidad.
Diana y Paulina del colectivo Corazón de Miel en la comunidad maya Candelaria en José Ma. Morelos, Q.Roo. producen láminas de cera estampada que comercializan con los apicultores del pueblo, generando ingresos y facilitándoles a los apicultores locales reducir sus costos de producción
Vladimir es un joven de la comunidad de Candelaria, en José María Morelos, Quintana Roo, que junto con otros jóvenes operan el colectivo Celda Real, que se dedica a la producción de abejas reina. Los jóvenes se capacitaron para aprender esta técnica y con ello pueden dotar de reinas a los apicultores locales para incrementar la producción de miel. Así, los jóvenes generan ingresos, aumentan sus colmenas y dan viabilidad a una actividad importante en su comunidad y alrededores.
Abejas pecoreando flores del territorio. Muchos cultivos en la península de Yucatán, como el chile, la calabaza, el frijol, el pepino, entre otros, dependen de la polinización que hacen las abejas. La extinción de los polinizadores por la deforestación y la aplicación de agrotóxicos también nos empuja a una crisis alimentaria.
La producción de alimentos es una de las principales fuentes de ocupación e ingresos de muchas familias mayas. En contraposición, la expansión de los sectores de la agroindustria y del agronegocio en la península de Yucatán son una amenaza latente a la soberanía alimentaria y a los derechos a un medio ambiente sano y a la salud.
El conocimiento y saberes tradicionales heredados de generación en generación son inherentes al manejo sostenible del territorio, permitiéndoles a las familias mayas vivir en armonía con y en el entorno.
Mujer del colectivo Xki ich pan che trabajando en su emprendimiento de carpintería. Además de encargarse de los trabajos de cuidados, las mujeres también procuran el sostenimiento de los medios de vida familiares.
En el meliponario familiar, mientras las niñas y niños aprenden a cuidar de las abejas nativas, conocen y se relacionan con su territorio.
Las juventudes enfrentan retos significativos para poder participar e incidir en cuestiones que afectan al territorio. Al no contar con derechos agrarios formales las y los jóvenes son excluidos de los espacios en donde se decide el futuro de la tierra-territorio.
Además de producir miel, las y los apicultores ayudan a la conservación de la selva: conocen los árboles, observan lo que sucede en el monte y denuncian delitos ambientales como la deforestación y la muerte masiva de abejas por intoxicación. En las temporadas de sequía llevan agua a los apiarios para hidratar a las abejas, agua que también es bebida por animales silvestres.
Muchos jóvenes y jóvenas han encontrado en la apicultura un espacio para convivir con sus familias, para hacerse conscientes de su relación con el territorio y para generar ingresos que complementen su economía.
Mujer apicultora de la comunidad Puebla de Morelia en Calakmul, Campeche. La apicultura es una actividad que se ha heredado de generación en generación en las comunidades en la península de Yucatán. Gracias a los ingresos generados por el trabajo en la apicultura, muchas familias han solventado la educación de sus hijos.
Vías del Tren Maya en el ejido Conhuás, Calakmul, Campeche. Esta infraestructura no sólo fragmenta y divide físicamente el paisaje, también es parte de una estrategia de reconfiguración territorial para que la región y sus bienes comunes queden a disposición de empresas extranjeras y nacionales.
Mina a cielo abierto para la extracción de material utilizado en la construcción de terraplenes de las vías del Tren Maya, ubicada en el ejido Juan Sarabia, municipio de Othón P. Blanco, Q.Roo. Más del 64% del total de la tierra en la península de Yucatán le pertenece a ejidos. La reconfiguración de la región sur sureste de México a partir de la construcción y operación de megaproyectos de infraestructura de transporte, entre ellos el Tren Maya, amenaza la propiedad social de la tierra y con ello los modos y medios de vida campesinos mayas